Con este ejemplo intentaba demostrar que cuando hay acuerdo sobre los objetivos, un directivo tiene que mostrarse implacable consigo mismo y con su gente. Si le viene una idea a la cabeza, o sale de la boca de su gente, y no encaja en el objetivo de la empresa, él buen directivo debe rechazarla sin ningún tipo de dudas y con toda energía.
Estas reflexiones, como siempre me ocurre, las trasladé al sector que más me interesa, al de los despachos profesionales, y me llevaban a la conclusión que son pocos los directivos que realmente tienen claro cuáles son sus objetivos estratégicos como firma profesional.
Un maestro del management como Peter Drucker lo definía muy bien: “La concentración es la clave de los resultados económicos…”. Aunque reconozco que no es fácil saber concentrarse y renunciar a otras actividades que nos gustan y nos atraen, pero sinceramente pienso que cada vez será más importante, y muy especialmente en el sector de los despachos profesionales, saber focalizarse en muy pocas especialidades y que éstas se hagan muy bien y de forma muy eficiente.