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Un primer avance resumido acerca del último estudio del Observatorio del despacho profesional

Existen múltiples organismos oficiales nacionales e internacionales y otras organizaciones privadas de reconocido prestigio que, a febrero 2020, alertan sobre el advenimiento de una ralentización, marcado por bajos niveles de crecimiento, y que en el caso de la zona Euro se teme que pueda desembocar en un ciclo de estancamiento a la japonesa.
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De hecho, e independientemente de que, desde fuera del sector, pueda parecer que sectores pujantes, como la economía verde, constituyen claramente un nuevo nicho de mercado (asesoría jurídica medioambiental, fiscalidad verde…), los asesores no parecen compartir esta apreciación, por lo menos de una forma nítida.

Momento de la ponencia de Jordi Amado

Visión de oportunidades y amenazas con la tecnología

Si existe alguna visión que genera consenso entre los asesores es aquella que se sustenta sobre el supuesto de que las constantes innovaciones tecnológicas representan una oportunidad de negocio, pero no tanto en lo relativo a la cartera de servicios, sino más bien en todo lo referente al trato con el cliente (engagement, prestación remota de servicios, comunicación multicanal…) y la optimización de costes mediante la automatización de servicios (softwares de reconocimiento de facturas, plataformas digitales…).

Pero no todas las consecuencias derivadas del cambio tecnológico tienen porque ser positivas. La cuarta revolución industrial también podría hacer desaparecer alguno de los servicios más ancestros del sector como la llevanza de la contabilidad a causa de su mecanización, a través del empleo de softwares de reconocimiento de facturas, capaces de automatizar la creación de los asientos contables.

En cualquier caso, lo que está claro es que tanto las rutinas productivas de los despachos, como los patrones de relación con el cliente se están viendo profundamente alteradas por las tecnologías digitales, de la información y la comunicación con sus pros y sus contras.

Nuevas tecnologías y redes sociales

Merece especial atención la cuestión de determinadas aplicaciones digitales. En concreto las páginas web corporativas, los blogs, y las redes sociales, porque además de conformarse como canales de comunicación, en algunos casos unidireccionales, en otros incluso bidireccionales (chat de Facebook), se erigen en valiosos instrumentos de marketing digital que potencialmente permiten desde la mejora de la imagen y el posicionamiento de marca del propio despacho, hasta la captación de nuevos clientes.

Ahora bien, la presencia en la red mediante una web corporativa y la creación de perfiles corporativos en las redes sociales son el primer paso para configurar una estrategia de marketing digital y social media pero no basta con ello. Se requiere constancia en la creación de contenidos que aporten valor añadido a los internautas.

Los asesores son conscientes de que dos de los pilares que sustentan el valor añadido de sus servicios son el expertise de sus asesores y la tecnología

Estrategias y evolución del negocio

Este hecho, junto a la relativa buena marcha de los despachos, hace que, de forma creciente, los directivos del sector tengan la intención de aumentar el grado de inversión sobre el propio despacho, tanto en la ampliación de plantillas y en la mejora de salarios de los empleados, como en tecnología y, en menor medida, en una cuestión que cada vez se revela como más crítica para los procesos productivos de una asesoría: la gestión documental.

Pero el ansia inversora no se agota en estos capítulos, sino que existen otros que persiguen incrementar la expansión y el crecimiento de la empresa.

Esta voluntad de destinar recursos al propio despacho también es posible gracias al incremento que muchos despachos han venido experimentando, al menos estos últimos tres años, de su cifra de negocios y su cartera de clientes, a su intención manifiesta de aumentar los precios de los servicios, por lo menos para equipararlos a la inflación y mantener intactos los márgenes de beneficio, y al control de la morosidad que se mantiene en niveles relativamente bajos, salvo en algún caso en el que se declara un grado extremo de impagos, pero que se escapa de los registros normales del sector.

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