Si el titular quiere evitar este tipo de reacciones, o al menos superar el examen que le plantean, le aconsejamos que lea atentamente lo siguiente:
- La primera prueba que debe superar el titular es la que hace referencia a su motivación. Para poder liderar el titular ha de estar más comprometido con el éxito de la firma (colectivo) que con el propio (individual). Tiene que ayudar a los demás a triunfar y no centrarse en sus propios resultados.
Para convencer a los demás (y en este caso es fundamental) son más importantes los hechos que las palabras, por aquello de que “el movimiento se demuestra andando”. Así, la capacidad de liderar se pone de manifiesto en el día a día, colaborando con los compañeros, dejando participar a los profesionales, delegando o cediendo responsabilidades y, en definitiva, ayudando a los demás.Los líderes no empiezan a serlo de un día para otro, sino que de alguna manera siempre lo han sido. No por ser líder se ha de actuar de una manera, sino que, por el contrario, se llega a serlo gracias a una forma de ser y de actuar. Es imprescindible saber trabajar en equipo, buscar el triunfo de todos y, sobre todo, haber sido (y si es posible que continúen siéndolo) buenos compañeros.
- La segunda prueba es la que hace referencia a los valores. El profesional que debe aceptar el liderazgo de su titular, puede hacer la siguiente reflexión:
“¿Cuáles son tus valores esenciales? Aceptaré tu influencia, tus consejos y tus órdenes si creo que tú y yo compartimos metas similares. Quiero que tengas una filosofía personal de lo que debe ser el ejercicio de tu profesión que me pueda inspirar y que yo pueda compartir. Quiero a alguien que ya tenga claros sus valores y actúe de acuerdo con ellos, por tanto, para mí no son creíbles los que se adquieran a última hora. Solamente deseo ser dirigido (si es necesario) por un profesional con principios, no por alguien que actúe por conveniencia. Aceptaré tu influencia, tus consejos y tu dirección si creo que tú y yo compartimos metas similares. No intentes predicar lo que nunca has hecho. Si tu trabajo como líder tiene que influir y motivarnos a mí y a mis compañeros, deberías contagiarnos con tu entusiasmo personal. Si ganar dinero es tu meta principal, serás un líder nefasto. Quizás serás un buen administrador financiero, pero un líder muy malo”.Los mejores líderes de equipos o firmas de profesionales animan a sus directivos a hacer grandes esfuerzos. No por decir “Trabaja duro y nos haremos ricos”, sino por dar un sentido a su vida profesional.
- La tercera prueba hace referencia a las capacidades. Sigamos con la reflexión en primera persona:
“Si tengo que escucharte, no sólo espero, sino que te exijo que tengas ideas nuevas y constructivas para mejorar las cosas. No me conformo con que me digas que hemos de luchar para ser los mejores, ser los líderes del mercado, trabajando unidos y mejorando continuamente. Quiero que sugieras nuevas formas de mejorar la productividad de la firma; nuevos enfoques al servicio orientado al cliente; nuevas metodologías y herramientas; nuevas maneras de formar a la gente. También espero que me hagas sugerencias sobre el trabajo que hago. Que me digas que tengo que hacerlo mejor, pero sin ser más concreto, no me sirve de gran cosa (más bien me molesta). Ayúdame de verdad y te escucharé”.
- A continuación, viene la prueba del estilo. Los buenos líderes deberían ser buenos entrenadores, que ayudasen a mejorar.
Para ser efectivos, tienen que “mimar” y al mismo tiempo ser exigentes.“Lo que necesito y aceptaré en un líder es un escéptico amable, un crítico cariñoso, un apoyo desafiante, alguien que no tenga miedo a darme su opinión, tanto si es negativa como positiva, que esté lo suficientemente preparado como para saber cuándo ha de ser de una manera y cuándo de otra. Conseguir este equilibrio es una habilidad poco común pero imprescindible”.Otra cuestión importante relativa al estilo es la consulta. Ya se sabe que en una firma profesional grande no es posible que todo el mundo participe en cada una de las decisiones. A pesar de esto, todos quieren ser escuchados en la toma de decisiones, y que sus opiniones se tengan en cuenta cuando se toman decisiones:“No quiero que me cuenten más, ¡quiero que me escuchen más! Que se invierta el tiempo necesario en recabar mi opinión, y que se esté lo suficientemente organizado como para saber qué temas hay pendientes. El que me digas que (No hubo suficiente tiempo para consultar) sólo demuestra una gran ineficacia”.
Conclusión para todos los directivos
En resumen, “no quiero que el líder de mi firma sea un hombre de negocios frío y calculador. Quiero a alguien que no tenga miedo de preocuparse por sus clientes, por la calidad, por los profesionales, tanto los superiores como los juniors, y por el personal administrativo”.
Como dice el viejo slogan “un líder no construye un negocio, un líder construye una organización que construye un negocio”.