- Hágase a la idea de que va a dejar su asesoría dentro de seis meses y que no habrá nadie que le sustituya.
- Renueve su organización y forme a los empleados para que puedan asumir su puesto.
- Recuerde que un liderazgo bueno es saber explicar las reglas de juego a los miembros de su equipo humano, formarlos hasta el cansancio y, luego, apartarse para dejar el paso libre.
- No se confiere poder a los empleados y profesionales colaboradores, sino que se ha de propiciar una situación en la que las personas se sientan poderosas.
La fuerza del conocimiento
Directamente relacionado con esta actitud de respeto del titular hacia sus empleados y profesionales, y sobre todo, de valoración positiva de su talento y capacidad, nos encontramos con el aprovechamiento de la ventaja más valiosa de un despacho, que es su conocimiento. Pensemos que el conocimiento se encuentra disperso entre los empleados y profesionales, y por tanto desperdigado y desaprovechado dentro de una firma.
Lo esencial para conseguir una gestión del conocimiento efectiva reside en las relaciones personales, la confianza (el deseo de las personas de compartir lo que saben, para el mayor beneficio de la firma), y una cultura organizativa marco que promueva el intercambio libre de ideas e información.
La preocupación de muchas firmas por gestionar bien el conocimiento de su organización ha llevado a hacer grandes inversiones en tecnología (Intranets, bases de datos), olvidando que la mejor forma para conseguirlo es creando una atmósfera de trabajo en la que tanto los profesionales como los empleados compartan sus conocimientos, tanto los adquiridos previamente como con posterioridad. Para ello, y volviendo al principio, es fundamental que todos los miembros de la organización se sientan liberados para poder expresar sus ideas y plantear sus propuestas. De lo contrario, difícilmente mostrarán un interés por compartir, en el sentido más amplio.
Para terminar, unas palabras de O’Dell: “Al final, la mejor manera de hacer que el conocimiento circule y se aproveche en una organización, consiste en contratar personas con un potencial y dejar que se hablen los unos a los otros”. Y sin embargo, como dice Davenport: “en vez de eso las aislamos y sobrecargamos de tareas, sin dejarles conversar o pensar, o aplicamos recetas que aparecen en la prensa sin tener en cuenta que diferentes enfoques y culturas necesitan enfoques diferentes”.
Unos últimos consejos
“¡Esto que has hecho esta genial!”
Un director que indica los aciertos a sus empleados y les anima a continuar haciendo bien lo que ya hacen bien, logra mantener un rendimiento de máxima exigencia en un entorno positivo y motivante. ¿Es capaz de reconocer los éxitos de los que le rodean?
La misión del mando o directivos es dirigir, tratar y gestionar eficazmente sus recursos, humanos y técnicos, para conseguir que las personas que forman su equipo logren resultados extraordinarios. Esto implica tratar, orientar, animar y desarrollar a las personas para que el conjunto alcance esos resultados.
Los mandamientos del reconocimiento positivo:
- Felicite con el corazón, de forma natural, sincera y gratuita (sin aprovechar para pedirle algo a cambio).
- Aunque las cosas no hayan salido bien, recuerde felicitar por la parte bien hecha.
- También felicite por los esfuerzos y comportamientos correctos, sin esperar a los resultados. Esto animará al otro a alcanzarlos.
- Más vale un reconocimiento de más que uno de menos. Nunca se quejó un colaborador de que se le felicitara demasiado.
- Asegúrese de que felicita hechos/comportamientos concretos, claramente identificables con el colaborador.
- No se deje cegar por los resultados. A veces un buen resultado no ha ido acompañado de un gran trabajo, y un mal resultado puede darse a pesar de haber hecho bien la mayoría de las cosas.
- Evite las comparaciones, son engañosas y a menudo injustas.
- Haga el reconocimiento de lo que se ha hecho bien y de lo mejorable una herramienta positiva de formación.
- Si cree que el deber de los demás es hacer las cosas bien, recuerde que el suyo es reconocérselo a cada paso.
- Felicitar por lo bien hecho nos da la autoridad necesaria para reprender por lo incorrecto.
- Agradezca todos los esfuerzos y exija a su jefe que también él felicite a su equipo cuando lo merece.
- No olvide reconocer también al jefe sus comportamientos correctos y sus aciertos.
Pongámoslo en práctica y nuestro despacho crecerá. No tengan ninguna duda.
(*) “Sobre los nuevos roles de Director de Aprendizaje y Director de Conocimiento”, Dede Bonner (Portal del conocimiento)