- La fuerza de las marcas actualmente es incuestionable, gracias a la fuerza de las redes sociales, aporta distinción, confianza, imagen… No se trata sólo de un logo, sino nuestra imagen corporativa global, la cual debe estar determinada y definida totalmente.
- La información es poder. Los titulares de despachos deben estar informados y contar con información precisa y actualizada. No sirve de nada saber que estamos perdiendo dinero 1 año más tarde de que esto ocurra.
- Revisar y ajustar la agenda del año. Se deben priorizar y elegir los proyectos más útiles en términos de rentabilidad económico-financiera, responsabilidad social o posicionamiento.
- Centrarse en lo que mejor se sabe hacer. Para mejorar la competitividad es necesario reforzar todavía más los puntos fuertes de la organización.
- Reestructurar y flexibilizar los costes fijos. Para ello, al implantar programas de reducción de costes es clave identificar correctamente dónde y cómo se puede hacer una reducción de costes y cómo se puede modificar sin deterioro de la gestión.
- Identificar y motivar al personal claves para la firma. Sin personas no hay despacho, y en tiempos de crisis, hay que identificar el equipo clave que hay que retener a toda costa. Hay que motivarlo y potenciar el trabajo en equipo. Es un valor diferencial.
- Ampliar y extender los mercados. Aunque parezca una contradicción, los tiempos difíciles ayudan a las firmas a buscar nuevos segmentos de mercado, que de otra manera no buscarían, o les obliga a adelantar de una vez los proyectos de expansión que muchas veces posponen. Si el mercado objetivo se estrecha o está saturado, hay que ampliarlo de manera inmediata.
- Hay que saber delegar. Y para ello es fundamental creer en la gente que forma parte de la organización.
- Invertir en formación es algo ineludible para un despacho que quiera ofrecer un servicio de calidad.
- La firma ha de prever una carrera profesional para los miembros del equipo humano, pues de lo contrario acabarán desencantándose.
- Nadie debe ser imprescindible en un despacho. Para ello es básico compartir los conocimientos y tener muy claro qué está haciendo cada uno.
- La calidad no es una cuestión de imagen, sino que pone en evidencia una forma de trabajar y de entender la prestación del servicio. Cuando los procesos y procedimientos son conocidos por todos dentro de la organización, todo resulta más sencillo. Calidad no es sinónimo de certificación, pues cada despacho puede encontrar su sistema idóneo.
- Hay que mantener a la gente involucrada. Si tienen la oportunidad de dar a conocer sus puntos de vista, apoyarán la decisión definitiva, incluso si no está de acuerdo con ella.
- Hay que aprender a gestionar el tiempo, y enseñar a gestionarlo a toda la organización.
- La buena atención al cliente es una pieza clave en un despacho. Todos sus miembros han de estar preparados para esta función. En el fondo, todos vendemos.
- Hay que aprender a decir NO. No todos los clientes interesan.
- Un despacho no puede vivir de espaldas a la competencia.