- Escasa comunicación con el cliente. Ello queda reflejado en los siguientes aspectos:
- Escasa comunicación con el cliente. Ello queda reflejado en los siguientes aspectos:
- No se tiene en cuenta la opinión del cliente y se desconoce su grado de satisfacción. Dado que la mayoría de firmas reconocen que la mejor herramienta de marketing es el boca-a-boca de sus clientes, sin duda el grado de satisfacción que éstos tengan es muy importante. Por ello es recomendable establecer algún sistema que permita detectarlo.
- Al cliente se le informa poco y mal.
- Los profesionales actúan con excesiva independencia y sin tener objetivos claros, lo cual conlleva que:
- En caso de que alguno se ponga enfermo algún día, sus compañeros desconozcan los temas que lleva y se corra el riesgo de incumplir plazos o de no realizar las visitas pendientes.
- Puede haber un riesgo de fuga de profesionales, que arrastren tras de sí algunos clientes. Esto puede ser así por la excesiva personalización que se produce.
- Falta de definición del organigrama y mapa de procesos de la firma. Por tanto, falta la definición del puesto de trabajo y de las funciones que debe desempeñar cada uno, lo cual puede llevar a veces a un solapamiento de funciones. Lo mismo respecto a la descripción o mapa de procesos respecto a la prestación de servicios.
- Inexistencia de un plan de carrera profesional, lo cual acaba redundando en una falta de motivación y en un plan de formación incoherente (si es que existe).
- Mala gestión del archivo de la documentación del despacho, tanto internos como externos (de los clientes). Falta de madurez e inversión en digitalización del despacho.
- Falta de gestión del conocimiento, o si la hay, mala o insuficiente. Directamente vinculado con ello, también hay que hablar de la escasa inversión y falta de planificación en formación y puesta al día de los profesionales. Esta falta de cultura puede llevar al aislamiento de la firma respecto al entorno, en definitiva, deja de ser competitiva.
- Inexistencia de un departamento de marketing. Si bien algunas firmas se rasgan las vestiduras cuando se les habla de la remota posibilidad asumir la idea de que sus profesionales también deben saber vender o de diseñar una estrategia de marketing, esta tendencia está empezando a cambiar. Ya muchos despachos entienden que la suya es una organización empresarial a la cual pueden aplicar todas las herramientas propias de ella. Tener un blog, estar en redes sociales, publicar contenidos u organizar eventos son elementos de marketing que ya nadie cuestiona.
- Tradicionalmente el sector del asesoramiento ha sido eminentemente conservador en todo lo que atañe a innovación o pensar en cuestiones de responsabilidad social. Y ello, a pesar de que sus profesionales han sido a menudo auténticos árbitros del escenario socioeconómico. Este conservadurismo también se hace patente en el hecho que en las firmas jurídicas apenas se realizan labores de I+D, o que casi no generan productos o servicios nuevos.
Directamente relacionado con este punto se encuentra la gestión de quejas, a la que no siempre se le dedica suficiente atención. Aunque las cosas están empezando a cambiar, a menudo se desaprovecha la inestimable información que puede esconder una reclamación. De hecho, ya empieza a ser célebre aquella frase de que “una queja es un regalo para una firma”.