1. Elaborar un buen plan de negocios
Como paso previo a cualquier gestión para conseguir financiación, es conveniente, por no decir imprescindible, elaborar un buen plan de negocios.
A la hora de solicitar apoyo financiero, el plan de negocios va a ser la carta de presentación de nuestro proyecto ante bancos, inversores institucionales, sociedades de capital riesgo, etc. A través de él van a analizar la viabilidad de nuestro proyecto y nuestra capacidad para desarrollarlo.
Por otra parte, la elaboración de este documento nos va ser de gran ayuda ya que nos va a obligar a realizar un exhaustivo estudio de todas las variables que pudieran afectar al proyecto que queremos acometer y de los escenarios que van a determinar su viabilidad. Además, una vez que pongamos en marcha el proyecto, el plan de empresa nos servirá como herramienta interna para evaluar la evolución de la misma y las desviaciones sobre el presupuesto previsto.
Un buen plan de negocios es sinónimo de que el proyecto está trabajado, que se han analizado todos los factores (financieros, comerciales, etc.) que afectan al mismo, transmitiendo confianza a nuestros interlocutores. Por el contrario, un plan mal planteado va a ser reflejo de falta de madurez del proyecto, falta de preparación de los promotores en las técnicas de gestión empresarial, etc., lo cual va generar en nuestros interlocutores reticencias en cuanto a su viabilidad y, por lo tanto, a aportar recursos al proyecto.
Desde el punto de vista financiero, en el plan de negocios deberemos analizar las necesidades de recursos para afrontar los desembolsos previstos, incluyendo tanto las inversiones como las necesidades de circulante, es decir aquella parte de los activos a corto plazo (clientes, deudores, etc.) que, por su carácter recurrente, tenemos que financiar con recursos permanentes (a largo plazo).
Asimismo, deberemos elaborar un cuadro del movimiento de caja donde reflejaremos la evolución mensual de nuestras disponibilidades de tesorería, es decir, de los ingresos y pagos previstos, lo que nos evitará sorpresas de descubiertos en bancos o impagos por no tener liquidez suficiente en un momento concreto.
2. Obtener información sobre los diferentes instrumentos de financiación
Una vez que tenemos claro nuestro futuro y cuáles van a ser nuestras necesidades de financiación, el siguiente paso es informarnos adecuadamente de las diferente alternativas existentes en el mercado, ya sea en forma de recursos ajenos (créditos o préstamos) o de recursos propios (capital).
Hay que recordar que, aparte de la financiación bancaria ordinaria a corto plazo (créditos, préstamos, líneas de descuento, etc.), existen diferentes alternativas en el mercado, tanto a nivel público como privado.
Al analizar las alternativas, tres son los principales elementos que hemos de considerar: el coste (tipo de interés), el plazo de amortización y las garantías exigidas.
Por lo que se refiere al coste, existe en el mercado un amplio abanico de oportunidades; desde aquellos con coste directo nulo (subvenciones) hasta aquellos que nos van a solicitar un porcentaje de nuestros beneficios. En cualquier caso, este no debe ser un impedimento para obtener financiación, dado que actualmente los tipos de interés se encuentran en niveles relativamente bajos.
En lo que respecta al plazo, lo más importante es lograr ajustar el periodo esperado de maduración de nuestras inversiones, es decir, cuando empiecen a generar recursos, con la devolución del dinero que nos han facilitado. En este sentido, deberemos prestar especial atención a aquellos productos que faciliten carencia (periodo en el cual sólo pagaremos intereses) para empezar a devolver el principal.
El tercero de los elementos, las garantías (avales, fianzas), va a ser el principal obstáculo que encontraremos para obtener financiación a largo plazo. Por ello, hay que recordar que en nuestro país disponemos de una red de Sociedades de Garantía Recíproca (SGR), cuyo fin precisamente es ayudar a los pequeños empresarios a superar dicho obstáculo. Además, se está produciendo un incipiente desarrollo de fórmulas de capital riesgo (el inversor comparte el riesgo de la operación, formando parte del accionariado de la empresa).
Asimismo, queremos resaltar las posibilidades de financiación que se están abriendo con la creciente aparición de foros de inversores, creados en el entorno de escuelas de negocios u organismos públicos. Estos foros permiten un contacto directo de los «emprendedores» con potenciales inversores, prestando además asesoramiento para desarrollar el proyecto.
3. Saber vender nuestro proyecto a los futuros inversores
Por fin, una vez que tenemos elaborado nuestro plan de negocios y nos hemos informado adecuadamente sobre las diferentes alternativas, nos llega el momento de salir a obtener la financiación.
Una primer cuestión es cómo conseguir que se nos abran las puertas. En este sentido, además de utilizar todos los contactos que estén a nuestro alcance, se ha de recordar la oportunidad que brindan los foros de inversores ya mencionados. Asimismo, hay que señalar que en el mercado existen intermediarios especializados en la búsqueda de financiación.
En cualquier caso, para enfocar adecuadamente esta fase es importante ser consciente de que tenemos que empezar a vender nuestro proyecto y a nosotros mismos como ejecutores de la idea.
Debemos ser capaces de transmitir a los futuros inversores confianza en la viabilidad de nuestro proyecto y de nuestra preparación para desarrollarlo, partiendo de la base de que a esas personas a las que queremos convencer les estamos proponiendo que arriesguen su dinero en nuestro proyecto.
En definitiva, a la hora de afrontar la puesta en marcha de un proyecto empresarial y su financiación, es recomendable, en primer lugar, un esfuerzo de análisis de todas las variables que puedan influir en el mismo.
No estaría de más, en esta fase, la búsqueda de asesoramiento externo, a través de las distintas instituciones que están dispuestas a facilitarlo. En segundo lugar, un esfuerzo de información y, en su caso, de formación en las técnicas de gestión empresarial. Y, en tercer lugar, iniciar la búsqueda de la financiación partiendo de la base de que para conseguir esa meta debemos ser capaces de trasmitir (vender) las bondades de nuestra idea a personas que en principio no van a tener nuestro mismo entusiasmo. Por supuesto, todo ello no es sinónimo de éxito, pero sí puede reducir el nivel de fracaso.