La calidad se basa en un principio de equidad: no es justo cargarse con la denigrante tarea de arreglar cosas mal hechas por otros. La calidad no se impone, nace del trabajo en equipo.
Como vemos, el factor humano es, en estos momentos, la clave. Y para implicar a las personas en el proyecto de calidad en el despacho debemos comprobar que se tienen en cuenta los siguientes aspectos:
Formación técnica
Hay que cerciorarse de que todas las personas en la organización tienen el perfil necesario (educación o titulación, formación, habilidades y experiencia apropiadas). Sin embargo, una vez sabemos con certeza que los mínimos están cubiertos, no debemos escatimar en la formación de nuestros profesionales y administrativos. El titular de la asesoría debe asegurarse de que los miembros de su plantilla se reciclen de forma continuada y se especialicen. Han de tener conciencia de la importancia de lo que están haciendo, tanto para ellos, como para toda la asesoría. Es decir, han de saber integrar lo que hacen dentro del conjunto de prestaciones que ofrece la asesoría.
De todos modos, en relación a la formación hay que hacer una pequeña reflexión. A pesar de que hoy se tiende a la especialización, el titular de la asesoría no debe olvidar la conveniencia de poder contar con personas polivalentes, capaces de desempeñar cargos distintos, ocupar diferentes puestos, manejar varios programas o encargarse de diversas funciones. De hecho, una formación encaminada hacia la polivalencia motiva y estimula a cualquier trabajador. Impulsa a conocer lo nuevo y a abandonar la rutina.
¿Especialización o polivalencia?
En las grandes asesorías se tiende a la especialización. Estar especializado en fiscalidad, en general, por ejemplo, ya no es suficiente. Es preciso profundizar en las distintas ramas de la fiscalidad: de los seguros, internacional, de la empresa, etc. Sin embargo, las pequeñas asesorías suelen contar con profesionales todoterrenos que son capaces de hacer frente a cualquier situación.
Otra estrategia puede ser la de rotación. Es decir, el potenciar que los profesionales trabajen en las distintas secciones de la asesoría. De este modo, una vez cerrado el círculo, llegarán a tener una idea global de lo que es la profesión. Sin embargo, hay que reconocer que esto no siempre es fácil de llevarlo a la práctica.
Formación humana
Para integrar a las personas en un programa de calidad es absolutamente necesario que comprendan, estudien y manejen su mundo interior. Sólo así serán capaces de entenderse e interaccionar con el mundo de las otras personas.
La calidad es una cuestión de equipo, de actitudes, de comportamientos e interrelaciones personales. En definitiva, se trata de combinar distintos ritmos personales.
O comprendemos esta premisa o siempre surgirán problemas que se escaparán de las manos. Las dificultades que aparecerán serán incontrolables y acabarán con la moral del equipo. Y, finalmente, todo ello redundará en la imposibilidad de conseguir el éxito en el logro de la implantación de un sistema de calidad.
No olvidemos que los empleados y colaboradores tienen la capacidad para participar (y es deseable que lo hagan) en las tareas de planificar, organizar, cooperar e influir sobre nuestro despacho y su futuro. Canalicemos esta capacidad hacia la cooperación y el sentimiento de pertenencia o, de lo contrario, nos encontraremos con serias dificultades para mantenernos en el mercado.
Todo lo anterior solo será posible, si además se fomenta la información y comunicación interna.
CREAR UN SISTEMA DE INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN
La información interna es inherente a cualquier despacho. Y es que, una asesoría es, al fin y al cabo, un conjunto de personas que interaccionan intercambiando información. Por ello, la información interna en una organización se considera mucho más importante (su volumen es generalmente mayor) que la información externa. La información debe fluir en la firma sin ningún obstáculo, y evitar toda situación de estancamiento, ya que es la forma más adecuada de sacar el mayor provecho a la información que maneja.
A continuación, planteamos unos interrogantes que pueden ayudar a mejorar la información y la comunicación en un despacho.
- ¿Cómo se comunican las personas en el despacho?
- ¿Tienen toda la información necesaria?
- ¿Hay canales claros de comunicación?
- ¿Existe un sistema para tratar la información que satisface a todos?
- ¿Se entienden las demandas de los clientes?
- ¿Tenemos medios de comunicación adecuados para poder satisfacer con rapidez las necesidades de los clientes?