Lo correcto es que la firma estudie previamente y en profundidad las condiciones en que puede ofrecer los servicios que los clientes demandan para que cualquier de ellos genere rentabilidad, es decir, su captación o mantenimiento sea viable. Si por cualquier causa (fallo de la planificación, incorrecta determinación de las tarifas o acciones de la competencia) los servicios contratados por algunos clientes no cubren los costes reales (honorarios, comercialización, etc.), se trata de algo de lo que en ningún momento puede responsabilizarse a los clientes actuales de la firma, calificándolos de malos.
En estas situaciones, en las que una mala planificación provoca que sea insostenible mantener a determinados clientes actuales, lo correcto no es expulsarles diciendo que son ruinosos, sino redefinir la política de precios, de marketing o de estrategia empresarial, aminorando, en la medida de lo posible, los perjuicios que dichos cambios pueden producir en estos clientes. Por tanto, en principio puede decirse que todos los clientes son buenos, aunque, indudablemente y por distintas razones, unos aportan a la firma más rentabilidad que otros.
La diferenciación de clientes es algo habitual en todos los sectores
La diferenciación de los clientes es uno de los conceptos más controvertidos en la toma de decisiones por parte de las firmas, quizá porque suele confundirse o se teme que se confunda con discriminación. Sin embargo, la diferenciación es el resultado de distinguir a los clientes en función de criterios como la rentabilidad, que legitiman y a veces obligan a un tratamiento distinto.
La diferenciación económica del cliente no se rige por criterios de interpretación o subjetividad, sino de rentabilidad. Ello implica que no deba utilizarse, en ningún caso, como un sustituto de una correcta atención humana, sino como un complemento que trata de reconocer y en algunos casos premiar a los clientes, en función del beneficio generado a la firma.
Justificado que la diferenciación comercial es algo legítimo que no tiene por qué generar discriminación, se plantea la cuestión de cómo o en función de qué criterios establecer esa diferenciación.
Como ya hemos dicho en un artículo anterior, los clientes pueden valorarse en función de la rentabilidad directa que aportan a la firma, y podemos analizar ésta desde una perspectiva temporal histórica, presente y futura. Otro criterio de valoración del cliente es según su rentabilidad indirecta, es decir, considerando los beneficios que gracias a él obtiene la firma, pero sin que dicho beneficio proceda de una transacción realizada por aquél. Aquí observamos tres subcriterios: publicidad, imagen y colaboración.
- Publicidad. Valora al cliente en función del número y calidad de las referencias positivas y recomendaciones efectuadas a otras personas respecto a la firma, sus profesionales o sus servicios.
- Imagen. Es un aspecto más pasivo, por parte del cliente, pero importantísimo porque refleja en la firma el prestigio, confianza, solvencia u otros valores que posee el propio cliente. Algo que es percibido positiva o negativamente por potenciales clientes.
- Colaboración. Valora al cliente en función del grado y calidad de su cooperación con la asesoría. Se tienen en cuenta las sugerencias en la mejora de servicios o procesos, o cualquier idea que genere de una u otra forma beneficios a la firma.
Posibles criterios de diferenciación que pueden aplicarse
A continuación, aunque es un tema que ya hemos analizado en anteriores ocasiones, se enumeran algunos de los criterios de diferenciación que pueden utilizar las firmas.
- Por la calidad, es decir, por el tipo o envergadura de temas que aportan los clientes. Así, un tema de un cliente puede ser diez veces superior en cuanto a rentabilidad y calidad.
- Por volumen, es decir, el valor acumulado del conjunto de temas que cada cliente presenta para que le asesoren en un periodo de tiempo determinado.
- Por el momento, es decir, los clientes son diferenciados en función del momento del año en que suelen solicitar un servicio de asesoramiento concreto. Por ejemplo, aquella clientela que suele aparecer siempre en periodos de Renta.
- Por la frecuencia, o sea, la diferenciación se hace según el número de veces que los clientes solicitan asesoramiento en un tiempo concreto. Con dicho criterio se quiere poner de relieve la importancia que tiene para la rentabilidad no sólo la regularidad sino también la intensidad con la que el cliente solicita asesoramiento.
- Por la antigüedad, y entonces la firma no sólo está reconociendo el valor que el cliente ha aportado durante el pasado al despacho, sino que además está apreciando el valor publicitario que supone.
- Por el compromiso, y así puede diferenciarse, por ejemplo, entre clientes que pagan una cuota periódica y aquellos que acuden a la firma para pedir asesoramiento pero sin ninguna periodicidad concreta.
- Por variedad, por ejemplo, se diferencia si se trata de un cliente que siempre solicita asesoramiento mercantil, o bien de todas las especialidades posibles.
- Por historial, que es un criterio de diferenciación que atiende al comportamiento pasado de los clientes, en la medida que el mismo haya afectado de una u otra forma a la rentabilidad de la firma.
- Por forma de pago, de forma que la diferencia se efectúa según el momento de ejecutar el pago –al contado, por adelantado o aplazado– o según el modo –en efectivo, con tarjeta o por otro procedimiento–.
Y para finalizar, pensando en el 2019, apuntamos los siguientes consejos;
Diez consejos útiles de marketing
- Haga sus ventajas fáciles de entender. El cliente busca una solución para una determinada necesidad. Explíquele las ventajas que obtendrá con su servicio. Haga una lista de estas ventajas para que el cliente las valore en su conjunto.
- No trate de ser todo para todo el mundo. Decida a quién debe dirigir su servicio. Seleccione un nicho de mercado y centre todos sus esfuerzos en sus clientes potenciales. Investigue sus preferencias, sus gustos, necesidades, hábitos y toda la información que pueda ser relevante para ofrecerles un servicio personalizado.
- Trabaje para conseguir buenas referencias. El boca a boca es lo más económico y más efectivo a la hora ampliar su cartera de clientes. Si usted consigue fidelizarlos, será su mejor inversión para el futuro.
- Utilice el marketing online. No es preciso que tenga una página web para hacer negocios online. Puede enviarse e-mails personalizados, puede buscar clientes potenciales, puede dar a conocer su negocio a través de la Red, etc.
- No venda, ayude a comprar. Cuando usted pone los intereses de los clientes por encima de los suyos, usted se convierte en un consultor, en un socio para su cliente. Cuando se ha ganado la confianza del cliente, el negocio ya no es problema. Cuando pone al cliente primero, usted gana su lealtad a largo plazo, lo que resulta más útil que una venta rápida.
- Asóciese con otras empresas. Asóciese con otras empresas que se dirijan a su mercado. El encontrar alianzas en su mercado le ayudará y creará sinergias para su negocio.
- Ofrezca una garantía. Esto da seguridad para hacer una prueba: si no queda satisfecho le devolvemos su dinero. Al cliente le ofrece mayor confianza y desaparece la sensación de riesgo.
- Sea personal. Para crear amistad tiene que crear una conexión personal. La cercanía al cliente y el trato personalizado darán más confianza al cliente y añadirán valor a su negocio.
- Utilice publicidad gratuita. Puede crear un boletín dirigido a una lista de suscriptores que estén interesados en un determinado tema. Ofreciéndoles esta información gratuita fideliza a sus clientes y les recuerda su presencia cada vez que reciben su boletín.
- Integre su marketing. Integrar su marketing significa que debe dirigir todos sus esfuerzos en la misma línea del mensaje que desee comunicar. Es muy importante que el cliente tenga una imagen de usted, que le defina en una palabra y para ello debe orientar todas sus estrategias a conseguir esta asociación de su negocio en la mente del consumidor con la idea que quiera transmitir.