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Si tuviera que destacar que tres herramientas deben saber utilizar un socio o un director de una firma profesional para fidelizar a su equipo humano, destacaría las tres siguientes; Delegación, Responsabilidad y Motivación. Veamos a continuación como se pueden llegar a aplicar y su significado práctico.

Delegar, dar participación

Cuando en una asesoría existe una clara dirección hacia la participación, el terreno está abonado. La dirección participativa implica dar formación y entablar sistemas de comunicación eficaces. Sin embargo, no en todos los casos se trabaja a fondo la interrelación personal e interdepartamental.

Si queremos construir un edificio «calidad» sólido, que no se venga abajo, debemos poner unos buenos cimientos. ¿Dónde se encuentran los cimientos en la asesoría? En la dirección. La persona que dirija la organización en su conjunto o una sección de la misma (ya sea el titular o un profesional) ha de saber delegar. Ello no implica realizar infinidad de tareas (que equivale a no hacer nada), ni ordenar y presionar indiscriminadamente. Muy al contrario, supone saber apoyar y estimular al personal y colaboradores para que ellos hagan las cosas.

Pero, atención. Si delegamos, hemos de ser coherentes. Debemos hacer participar a nuestros colaboradores. ¿Cómo? Otorgando a cada persona una cierta autoridad, así como la confianza y la posibilidad de realizar cuantas cuestiones afecten a la materia delegada.

Tener confianza en nuestros colaboradores es muy importante. No hay nada peor que poner en cuestión cualquier decisión tomada por el profesional. Es la mejor manera de que desarrolle una actitud pasiva o temerosa delante de cualquier situación.

No es lo mismo supervisar que desconfiar. ¿Que no cree que su colaborador esté capacitado para tomar ciertas decisiones? Perfecto, ¡ponga manos a la obra! Fórmelo, estimúlelo y dele confianza.

Además, a menudo la dificultad de delegar nace en la mente del mismo delegante. Cree que nadie puede hacer las cosas como él y que es imprescindible. Pero, ¿qué ocurre cuando la asesoría crece? ¿Cómo puede controlarlo todo?

Piensen también que con los años los profesionales aspiran a progresar y a tener una pequeña parcela de actuación con autonomía y autoridad. Si se les corta continuamente las alas, es fácil que salgan volando.

La autonomía tiene que ver con la delegación y con la participación y «siento que participo cuando tengo libertad de exponer mis criterios, discutirlos, contrastarlos, y me siento parte de una organización». En algunas asesorías, la delegación abarca la responsabilidad. Es decir, cada uno se hace responsable de un error, tanto moral como económicamente.

Por el contrario, la persona que se siente mandada cumple estrictamente con sus tareas, sin tener la oportunidad de expresar realmente lo que piensa ni de exponer sus posibles sugerencias.

Está claro que, sobre el papel, la teoría de la delegación es evidente y fácil de materializar. Pero en la práctica, las cosas no son tan sencillas.

Responsabilidad

La responsabilidad no se asigna, se otorga a alguien capaz de hacer las cosas bien, de controlarlas y planificarlas. La responsabilidad es fruto de la autonomía y de la participación.

Así, la responsabilidad no es posible sin: formación previa, buena información y dirección por delegación.

También es importante destacar la importancia del trabajo en equipo. Los equipos son quienes se ocupan de buscar nuevas ideas y de analizar cuestione relacionadas con el en un entorno de la gestión de calidad total. Los equipos de trabajadores y empleados, y los departamentos comparten la responsabilidad, rendimiento y los resultados. Así mismo recomiendan soluciones y dentro de los límites organizativos, las aplican.

Equipo humano del despacho motivado y feliz

Motivar

Que el personal debe estar motivado para poder realizar bien su trabajo, está claro. En esta ocasión, en lugar de extendernos, lo que haremos es dar algunos ejemplos de motivación. Aunque no lo parezca, son reales.